sábado, 28 de febrero de 2009

Cinco voces para el templo

por José Jesús Villa Pelayo

El pasado jueves 19 de febrero asistí, junto con el poeta Luis Felipe Bellorín, al recital de poesía Cinco voces para el templo, que se realizó en el foyer de la Biblioteca Central de la Universidad Central de Venezuela.
Sonia Chocrón, Mharía Vásquez Benarroch, Gabriela Kizer, Jacqueline Goldberg y Patricia Guzmán leyeron algunos de sus poemas. El presentador fue el escritor venezolano Nelson Rivera, Director del Papel Literario de El Nacional.

La lectura, en general, fue sobria y muy emotiva. Escuchar de viva voz a cinco de las más importantes poetas de Venezuela resultó una experiencia gratificante y única. Además, una atmósfera de recogimiento, casi religiosa, giraba en torno a las poetas y el público.

No hubo estridencias. No hubo acusaciones contra nadie. Pero sí un clamor, añoranzas, melancolía y esperanza por un futuro de armonía.

La poesía es punto de encuentro para toda esperanza posible.

Este clamor que provenía de la lectura era también una denuncia contra el ataque que un grupo de delincuentes (sin alma y sin corazón) perpetraron contra la Sinagoga de Mariperez.
Nos sumamos a ese clamor y a esa denuncia contra semejante crimen. También, en nombre de la Red Nacional de Escritores de Venezuela-Capítulo Caracas, nos pronunciamos contra todo tipo de politización de un hecho de esta lúgubre naturaleza, el cual condenamos.

Jacqueline Goldberg me pareció particularmente emocionada, ella con su finísimo cuerpo del cual emana una poesía profunda que viene de algún rincón apenas perceptible de su interioridad, con los versos de un poemario escrito hace 21 años. Mharía Vásquez Benarroch, mi ex compañera de la Escuela de Letras de la U.C.V., con su particular jovialidad y bonomía, y sus poemas hondos, capaces de estremecer al escucha o al lector. Sonia Chocrón, con sus poemas de Toledana, y su fuerza, bondad y vitalidad que atrapan. Gabriela Kizer, ex compañera de la Escuela de Letras, con sus poemas que son reconstrucción del mundo que a ella la habita, y Patricia Guzmán con su sobriedad sin límites.

Nelsón Rivera que habló en nombre de las poetas, también expresó cortés, amable pero contundentemente ese grito de denuncia y reclamo al cual nos hemos sumado como venezolanos, como revolucionarios, como hombres de letras y poesía.